(Foto: Ipec) |
En
la capital misionera, según datos oficiales la pobreza alcanza a un 33,1% de los
hogares. En el último año y medio, cerraron sus puertas más de 700 comercios. Estadísticas
y testimonios del derrumbe social en una ciudad asfixiada por las políticas
neoliberales.
(Texto y entrevistas: Sergio Alvez
para la Agencia de Noticias ATE Misiones)
Con
casi 400 mil habitantes, la ciudad de Posadas es una de las capitales
provinciales más importantes y a la vez más empobrecidas del NEA. Según el
informe “Pobreza e Indigencia Multicausal /4° Trimestre 2018”, difundido en
junio por el Instituto Provincial de Estadísticas y Censos (IPEC), en Posadas
un 33,1% de los hogares están sumidos en la pobreza (2,4% más que en mismo
periodo el año anterior), mientras que un 16,6% se encuentra en la indigencia
(0,8% más que el mismo periodo el año anterior).
Es
decir, 39.217 hogares se encuentran en la pobreza y 19.612 en la indigencia. En tanto, si miramos
las estadísticas recientes del Instituto de Pensamientos y Políticas Públicas
(IPYPP), encontramos que hay 229.365 personas en situación de pobreza en la
capital misionera.
En
este distrito, unido a la ciudad de Encarnación (Paraguay) a través del río
Paraná, la demanda de mercadería en comedores comunitarios y de manera directa,
aumentó un 60% en los últimos seis meses según la Secretaría de Desarrollo
Social de la Municipalidad de Posadas.
Siempre
en Posadas, el 2018 dejó un total de 500 comercios cerrados y en lo que va del
año, son 200 las casas comerciales de distintos rubros, que tuvieron que cerrar
sus puertas y dejar personal en la calle.
Estas
son simplemente algunas cifras que contextualizan y de cierto modo explican lo
que a simple vista se ve en las calles, lo que se respira en los barrios. La
brutal crisis provocada por las políticas económicas de un gobierno nacional
neoliberal, acompañadas orgánicamente en Misiones -tanto por el gobierno
provincial como por los diputados nacionales que tiene esta provincia-,
provocan un derrumbe social que día a dia no hace más que agravarse.
Detrás
de los números, están las historias de las personas atravesadas por una malaria
económica que solo pueden soportar quienes tienen algún tipo de respaldo, pero
que a quienes ya vivían con poco, hoy los obliga a revisar la basura en busca
de alimento o a tener que buscar el mango 15 horas por día, apenas para poder
pagar el alquiler, la comida, los remedios y los servicios.
Mateo
Casi
20 kilómetros separan al barrio Ñu Porá (Garupá) del centro de Posadas. Todos
los días, este es el recorrido que hace Mateo, un pibe de 12 años, para poder
vender bombones, alfajores y chocolates, una de las estrategias de
supervivencia de su familia para poder sostenerse. “Empecé a trabajarel año
pasado, cuando a mi viejo le echaron de la empresa constructora donde
trabajaba. Era albañil con empleo fijo.En casa somos seis hermanos. Mamá está
enferma y papá solo consigue changas. Por eso los dos hermanos que ya somos
grandes salimos a trabajar, sino no podemos pagar la luz ni el agua. Ya nos
cortaron varias veces. Entre todos juntamos para la comida y las cuentas, no
sobra nada” cuenta Mateo, quien suele permanecer en la ciudad hasta la
medianoche, cuando el último colectivo del día lo devuelve a su barrio.
“Ya
no voy a la escuela. Me quedé en cuarto grado. A la mañana antes de salir, mi
viejo hace reviro o torta fritas con cocido. Al mediodía como una chipa o un
sandwich. A veces me regalan comida. Y a la noche cuando llego hay fideos o
polenta. A veces se termina la garrafa y no hay plata para comprar, entonces
tengo que comer alguna galletita o algo que sobró de mis hermanitos” añade el
ñino, dando cuenta de la difícil situación que lo obliga a experimentar la
explotación laboral infantil.
Guadalaupe
Nació
en Bonpland hace 72 años. La bautizaron Ramona Guadalupe, pero ella prefiere su
segundo nombre. Creció en la chacra. “Eramos pobres pero comida jamás faltaba”
cuenta la mujer, mientras con un cuchillo corta las partes podridas de un
tomate, del cual logra rescatar menos de la mitad, como el resto de las
verduras que extrae de uno de los contenderos del Mercado Central de Posadas,
donde cada día que pasa hay más personas hurgando entre los restos.
“Yo
empecé a venir hace poco. Conocía gente que venía de antes. Yo vivo acá en el
barrio A4 y tengo mi casita, mi jubilación de ama de casa pero se me va todo en
la luz y los remedios que aumentaron muchísimo. Antes me alcanzaba y mi hijo me
ayudaba un poco, pero ahora no le alcanza ni a él ni a mi. Entonces vengo acá,
y me llevo las verduras para la semana. Si se limpia bien es verdudas buena para
sopa. No quiero pasar hambre. A veces vienen mis nietos y no tengo nada que
ofrecerles” dice Guadalupe, quien fue una de las más de 80 mil personas
relocalizadas por la Entidad Binacional Yacyretá bajo pretexto de aumento de la
cota de la represa instalada en Ituzaingó (Corrientes). “Soy afectada por la
represa. Nos prometieron luz barata y hoy no podemos pagarla. Yacyretá solo nos
trajo pobreza” expresa la doña.
“Cada vez más gente buscando
descartes”
Juan
es trabajador estatal. Trabaja en el Mercado Central hace varios años, donde es
delegado de ATE. “En los últimos meses, aumentó mucho la cantidad de gente que
viene a buscar descartes en el container de basura del Mercado. Es la
mercadería que los puesteros tiran porque no está en condiciones o está
podrida. Pero la gente lleva igual. Antes venían mucho menos cantidad de gente
y venían a las 5 de la mañana, ahora son muchos más y vienen ya a las diez de
la noche. Se nota el hambre” refleja el trabajador.
La
búsqueda de alimentos en los contendedores de basura, se volvió una constante
además en todos los barrios de la ciudad. A toda hora, algo que no ocurriá en
esta dimensión hace un tiempo atrás, es posible hallar a personas que hurgan
por algún resto comestible entre lo que otros desechan.
Silvana
trabaja en una parrila-restaurante de una de las avenidas principales de
Posadas. “Todos los días tenemos entre 20 y 30 personas que pasan a pedir
comida, las sobras. Les damos lo que podemos. Y aún así, hay otras personas que
revuelven la basura que tiramos en busca de restos que para nosotros ya no
pueden comerse, pero cuando hay hambre la desesperación te lleva a eso. Nunca
vivimos esto en Posadas” señala Silvana.
Hay limones
A
cada paso, en la ciudad de Posadas el visitante podrá encontrar personas
vendiendo bolsitas de limones. Se trata de una especie que crece en abundancia
en la zona, vulgarmente conocida como “limón mandarina”. Es un fruto que llega
a almacenar una gran cantidad de jugo, y que tiene la singularidad de poder ser
utilizado desde que es verde y pequeño, hasta su punto máximo de madurez,
cuando luce anaranjado y del tamaño de una pelota de tenis. Niños, mujeres,
hombres y ancianos venden – a 30 pesos- las bolsitas en semáforos y afuera de
los principales supermercados de la ciudad.
Santiago
tiene 49 años y sale a vender con toda su familia en cercanías de Villa
Cabello. “Soy plomero y electricista. Toda la vida trabajé independiente. Tengo
cuatro hijos. Desde hace dos años, cada vez tengo menos trabajo. Antes no me
alcanzaba el tiempo. Ahora no me alcanza la plata. Llega fin de mes y se
acumulan las cuentas. De noche tengo pesadillas, que no puedo pagar el alquiler
y nos quedamos en la calle como les pasa a tantas familias que conocemos. Por eso conocimos a un hombre que tiene
limoneros en el barrio San Isidro, vamos con bolsas de arpillera, cosechamos y
venimos a vender a la ciudad. Cada pesisto suma para poder pagar las cuentas y
la comida de los chicos” afirma el hombre.
Cerrado por ajuste
Locales
vacíos y con carteles de alquiler, se volvieron una postal en cada cuadra de la
ciudad. Verdulerías, casas de electrodomésticos, peluquerías, cervecerías,
kioscos. La crisis no hace distingos. Como se consignó anteriormente, en un año
y medios son 700 los comercios que bajaron sus persianas. Tarifazos, caída
estrepitosa del consumo y presión fiscal, figuran entre las razones mayormente
esgrimidas por los comerciantes a la hora de explicar la debacle.
Uno
de los casos recientes, es el cierre de la Casa Arhndt, una mueblería con 40
años en el circuito comercial de Posadas. “Tenemos un apriete económico como
nunca antes. Tuvimos un ahogo fiscal durante todo el 2017 y todo lo que del
año. Nos destruyeron” manifestaron desde la firma.
Código
Cerveza, un local de cervezas importadas ubicado en un lugar privilegiado de
Posadas, también bajó las persianas hace unas semanas atrás. “El consumo
interno se cayó a pedazos y en nuestro caso, como toda micro pyme necesita
espalda financiera para soportar momentos de contextos tan duros. Las víctimas
somos todos: mi equipo y yo, que también tengo que reinventarme a mis casi 50
años y después de haber instalado una marca, posicionado no solamente en
Posadas, sino a nivel regional y con un potencial invaluable. Cerramos por las
mismas causas que están cerrando muchas Pymes del país” indicó el responsable
del comercio.
Ajuste, desempleo, precarización y pauperización salarial
Para la Asociación
Trabajadores del Estado (ATE Misiones), el marcado desmejoramiento social
motivado por las medidas económicas, “se observa con claridad en Posadas pero
se da en todos los municipios” y tiene un impacto “directo y tremendo” sobre
aquellas familias que tienen menos recursos. “El ajuste es dramatico para las y los trabajadores estatales de la
provincia, dado que tanto en la administración provincial como en los
municipios, los salarios están pauperizados y ante ello la inflación devora el
poder adquisitivo. Los sucesivos aumentos van licuando los salarios, y si a
esto le sumamos la fuerte precarización laboral en la provincia, que pirva a
miles de familias de por ejemplo, el aguinaldo y otros beneficios, la situación
se torna muy complicada. Vemos los estragos del ajuste día a día, y luchamos
con el flagelo de estas políticas criminales”.
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