Por Sergio Alvez (*)
I
Este
miércoles 27 de marzo se cumplen 11 años de la desaparición de Mario Fabián
Golemba, el agricultor de 27 años que esa madrugada salió de su casa ubicada en
el paraje rural Picada Indumar, en la localidad de Dos de Mayo, provincia de
Misiones y que nunca regresó. En manos de la jueza de Instrucción de Oberá,
Alba Kuzman de Gauchat, la investigación judicial resultó un fiasco y el caso
se mantiene adormecido en las oscuras entrañas de la impunidad. La única pista
confiable, aquella que la representación jurídica y los familiares del joven
desaparecido se cansaron de reclamar que se investigue, fue consuetudinariamente
desestimada. Se trata de la hipótesis que relataron testigos que en la noche del 27 de marzo
estuvieron detenidos en la comisaría de Dos de Mayo – entonces a cargo del
comisario Ewaldo Katz- y que aseguran (con testimonios que los familiares de
Mario siempre consideraron coherentes) haber visto a Marios esa misma noche,
detenido y golpeado en dicha dependencia policial.
II
El
27 de marzo de 2008, a primera hora de la mañana, Mario dejó su último rastro
en la rojiza picada. Caminó un puñado de kilómetros hacia la ruta, y de allí a
la terminal. Tenía que cumplir con una consulta médica, en una clínica situada
sobre calle Salta, en el centro de la ciudad de Oberá. Llegó a destino, y pudo
mantener la entrevista con la doctora Serra de Gross. Promediando la siesta, le
envió un mensaje a su novia Angélica, avisándole que regresaría antes del
anochecer. Pero no volvió.
Dos
días después la familia de Mario radicó la denuncia en la comisaría seccional
Primera de Oberá, donde el caso quedó caratulado como “desaparición de
persona”. El expediente describe a Mario como a “una persona delgada, de 1,85
de estatura, tez blanca” y que llevaba “una camisa negra y jeans gastados”.
III
Durante
los primeros meses, algunos medios de comunicación difundieron falsas hipótesis
generadas por la policía. Que Mario
había ido a Brasil, que tal vez al sur y otras maniobras de distracción
informativa. Mientras tanto, sus familiares -especialmente don Antonio Golemba e
Irma Komka, padre y madre de Mario – recorrían morgues, pasos fronterizos,
comisarías y hospitales, tras alguna pista verdadera que les devolviera la
esperanza de poder encontrar a Mario.
Promediando
marzo de 2009, a casi un año de la desaparición de su hijo, Antonio Golemba e Irma Komka se entrevistan por separado con
tres internos carcelarios de la Unidad Penitenciaria de Oberá, que en la noche
del 27 de marzo de 2008 se encontraban en calidad de detenidos en la comisaría de Dos
de Mayo. Estos testigos (Ramón O.; Marcelo O. y Vas A.), coinciden en sus
relatos. Aseguran y describen, haber visto y escuchado cómo esa noche, entre varios
policías de esa seccional ingresaron a
Mario esposado, para luego darle una paliza y volver a llevárselo en un
vehículo policial vaya a saber dónde.
IV
Antonio
Golemba dijo al respecto: “Los tres testimonios son coherentes. Uno de ellos
estaba en el pasillo, los otros en la celda. Lo vieron entrar a Mario esposado,
y al ver a uno de ellos, que lo conocía porque es un muchacho que vive en el
barrio Macuco a pocos kilómetros de Indumar, le piden que dejen de golpearlo.
Mario alcanza a decirle a uno de ellos que le saque el celular del bolsillo y
que llamen a su familia. Ahí la policía se abalanza sobre el que estaba en el
pasillo y lo meten adentro. Los tres escucharon luego, como golpeaban a Mario,
y dicen, que luego se lo llevaron”.
Por
su parte , Irma, no puede evitar sentir escalofríos al recordar esos
testimonios. “Me quedó grabada la frase de uno de los testigos, que nos contó
que Mario les decía a los policía, ´yo no le hice mal a nadie´, que es una
frase, que él repetía siempre, en distintas situaciones, como un latiguillo,
era una expresión muy propia de mi hijo”.
La Jueza Alba Kunzmann de Gauchat nunca quiso
profundizar esta hipótesis. Nunca ordenó el careo necesario entre estos
testigos y el comisario y los efectivos que esa noche estuvieron a cargo de la
comisaría de Dos de Mayo. El Estado en tanto, además de restarle apoyo a la
familia Golemba, procedió al traslado proteccionista de toda la cúpula policial
actuante esa noche. El destino del comisario Katz resultó el más simbólico:
pasó a ser comisario de Aristóbulo del Valle, pueblo del entonces gobernador de la provincia
y actual senador nacional, Maurice Closs.
V
En
2010, el Superior Tribunal de Justicia (STJ), compuesto entonces en su
totalidad por magistrados que son parientes directos, probados amigos o ex
funcionarios del gobierno provincial, rechazó el pedido de juicio político a la
jueza de Instrucción 1 de Oberá, Alba Kunzmann de Gauchat, impulsado por el
abogado posadeño Jacobo Mass, y dispuso el archivo de las actuaciones. El
pedido de juicio político a la jueza, derivó a partir de sus desempeños en
casos emblemáticos de impunidad en Misiones. Uno de ellos, es el femicidio de
Marylin Bárbaro en Oberá, y el otro – también femicidio-, la violación y asesinato
de Silvia González, en Campo Viera. Ambos casos se mantienen también en la
absoluta impunidad.
La
jueza Gauchat recibió en varias
ocasiones la visita de los padres de Mario. “¿Saben lo que nos dice la jueza?
Que la justicia es lenta, que hay que tener paciencia. Hace años que tiene la causa dormida, que no se
investiga como corresponde, que se intenta tapar, todo, esta jueza no hizo ni
está haciendo las cosas como corresponde, por eso el caso sigue impune, están
protegiendo a los culpables, no hay voluntad de investigar” sostuvo Antonio
Golemba en una de sus últimas entrevistas a la prensa.
Don
Antonio Golemba, quien buscó a su hijo hasta su último día de vida, murió en
abril de 2016.
VI
Mario
Fabián Golemba nació en el Hospital de Dos de Mayo, el martes 10 de febrero de
1981, un día por demás caluroso en Misiones. Al terminar la primaria en la
escuelita de Indumar, Mario siguió sus estudios secundarios en el Bachillerato
7, de Dos de Mayo. Allí, dos años seguidos recibió la distinción de “mejor
compañero”. En la adolescencia fue presidente del Centro de Jóvenes de la
Iglesia de Dios, de la cual su padre era y es pastor. “Teníamos un programa de
radio juntos, los sábados, leíamos la biblia y cantábamos. Mario siempre fue
muy compañero mío, de chico me ayudaba en la chacra, me acompañaba a llevar la
yerba en la camioneta hasta la cooperativa. Recuerdo aquellos viajes. Durante
mucho tiempo, cuando él se ausentó, no pude subirme por meses a esa camioneta”,
recordaba Antonio.
Además
de los trabajos en la chacra, Mario empezó de muy joven a trabajar en un
aserradero de la zona, y posteriormente en la Cooperativa de Yerba Mate de
Picada Indumar. Con sus manos, construyó los arcos de una cancha de fútbol en
la chacra, donde todos los fines de semana venían los gurices del barrio a
correr tras la redonda. La cancha, todavía sigue en pie, pero nunca más hubo
partidos desde que Mario desapareció. Era defensor, y como era alto, buen cabeceador,
aunque un poco patadura, según recuerdan.
“Algo
que le encantaba era la pesca. Le gustaba pescar y cocinar” dice su madre.
VII
Don
Antonio Golemba, lamentaba “no poder haberle enviado a la facultad. Cuando
terminó la secundaria, me dijo, papá, dame una bolsa de porotos por mes y un
poco de grasa, poco dinero para alquilar una pieza y listo, quiero estudiar
Historia. Él era apasionado de la Historia. Una vez, ya después que él
desapareció, una compañera suya de la secundaria me contó una anécdota. Resulta
ser que un profesor había preguntado dónde se había hecho el primer trasplante
de corazón. Todos quedaron callados, hasta que una mano se levantó en el fondo,
era Mario Golemba. Dijo: el primer trasplante de corazón en la historia se hizo
en 1967, en Sudáfrica, el cirujano fue Christian Barnard. Todos quedaron
sorprendidos, pero a mi no me sorprende porque Mario tenía una gran curiosidad
y todo lo que leía se fijaba en su mente con exactitud. Pero cuando terminó la
secundaria, estábamos en 1998, la época menemista, esa maldición, recuerdo que
juntábamos toda la cosecha de tung y nos alcanzaba apenas para pagar unas
boletas, porque con el uno a uno los productos de los colonos no valían nada,
no podía mandar a mi hijo a estudiar y esa es una espina que siempre me va a
quedar”.
VIII
Al
momento de su desaparición, Mario llevaba diez meses de noviazgo y un firme
compromiso de casamiento con su novia Angélica, quien nos cuenta que “teníamos
hasta los souvenirs y habíamos conseguido una casa donde vivir. Mario decía que
quería tener dos hijos”.
Contaba
su padre: “Mario tenía una moto 125, que se había comprado con mucho esfuerzo.
Él, siempre sufría al verme pasar Round Up para desmalezar los yerbales. Me
decía que era malo para mi salud y que además terminaría arruinando el suelo.
Unos meses antes de su desaparición, sin decirme nada, Mario vendió su moto, y
con el dinero se fue al pueblo a comprar una motoguadaña. Cuando volvió, me
dijo, ‘papi, listo, ahora nunca más vas a tener que usar veneno, yo te voy a
desmalezar el yerbal con esta motoguadaña’.”
IX
En
2018, al cumplirse 10 años de la desaparición de Mario Golemba, un grupo de
familiares de Mario Golemba, acompañadas por algunas organizaciones sociales,
se manifestó en las escalinatas del
Palacio de Justicia del Poder Judicial de Misiones, y solicitó a este máximo
Tribunal que “intervenga de manera urgente” en el caso, dado que el mismo se
encuentra “cajoneado” desde una década en un Juzgado de Oberá.
Los
tíos de Mario, Anatolio Golemba, Margarita Wolim, y sus primos Daniela y
Fabián, junto a la abogada que lleva el caso, Mónica Sosa, y la delegada de
Misiones del Ministerio de Derechos Humanos de la Nación, Norma Elías Coutto,
entregaron un documento al Poder Judicial, solicitando su inmediata
intervención en favor del esclarecimiento, juicio y castigo a los culpables de
la desaparición de Mario Golemba.
Lamentablemente,
no sirvió de nada.
X
El
caso Golemba no debe estar caratulado como una simple desaparición de persona,
sino como una desaparición forzada en democracia que merece ser investigada
como tal. La principal sospecha, la única hipótesis viable, sigue siendo la que
sugiere que Mario estuvo el 27 de marzo en la comisaría de Dos de Mayo.
XI
A 11 años de su desaparición, no habrá esta
vez actos ni movilizaciones. La familia, extenuada por la desigual lucha de más
de una década buscando justicia, hoy se refugia en la calma, lejos de Dos de
Mayo, intentando sanar heridas y manteniendo firme la memoria del querido
Mario, el que nunca regresó.
(*) Periodista. Director Agencia de Noticias ATE Misiones.
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