Desde
la Asociación de Trabajadores del Estado (ATE) iniciamos un relevamiento orientado
a evaluar el estado actual del sistema de Salud Pública en Misiones, desde la
perspectiva de los trabajadores y usuarios de los principales nosocomios y
centros de atención de la provincia. Delegados gremiales, enfermeras y
enfermeros, choferes de ambulancia, trabajadores de limpieza y seguridad,
pacientes y otros actores que cotidianamente están en contacto con la realidad
del sistema sanitario provincial, aportaron testimonios y acompañaron
recorridos por varios sectores.
En
este itinerario, encontramos un panorama sombrío y dominado por el desguace de
recursos en distintos niveles. Acuciante falta de personal, falencias edilicias
graves, obras abandonadas o inconclusas, faltantes severos de medicamentos e
insumos, y precarización laboral, se mixturan con otras situaciones negativas
que configuran un presente dramático de vaciamiento de la Salud Pública
provincial, verificable en numerosas localidades con muy pocas excepciones.
En
la primera parte de este informe especial, nos centramos en la actualidad de
dos centros sanitarios que atienden a poblaciones vulnerables: el Hospital Dr.
Ramón Carrillo (Centro de Asistencia y Rehabilitación en Salud Mental) y
Hospital Monoclínico Geriátrico de Villa Lanús, ambos de la ciudad de Posadas.
Personal saturado, abuelos a la
deriva
En
la Unidad Geriátrica de Villa Lanús la problemática es compleja y urgente. Aquí
se presentan desde deficiencias edilicias hasta falta de personas e insumos.
Pero lo que más llama la atención es el completo abandono de una obra pública
que en su momento fue anunciada como la ampliación del Geriátrico. La historia
se remonta al mes de septiembre de 2014, cuando el gobierno provincial anunció
la construcción de “dos módulos con 15 habitaciones cada uno”. Desde la
Dirección de Arquitectura de la Provincia se informó que la inversión sería de
9.500.000 pesos. Hoy, a un año y medio del anuncio, la obra luce completamente
abandonada, y se aprecia que apenas se han levantado algunos muros de ladrillos
y nada más. Cubierta de malezas y materiales de construcción tirados, lo que
debió ser la ampliación del geriátrico hoy es un foco infeccioso por donde
pululan ratas y mosquitos al por doquier. “Empezaron el año pasado pero este
año no se movió nada, la obra quedó paralizada y no se sabe que va a pasar.
Está todo abandonado y juntando alimañas. Es impresionante la cantidad de
mosquitos que hay, por eso tenemos dengue acá entre pacientes y trabajadores
también” indican en el sector.
A
la obra abandonada, se suman problemas de humedad y del tendido eléctrico en un
nosocomio que data de 1982 y que hace varios años no recibe mantenimiento. “Los
abuelos tiene que soportar la terrible humedad en las paredes, muchas de ellas
se están rajando y el cablerío está totalmente obsoleto. Es un lugar en abandono.
Cuando llueve es terrible la cantidad de agua que entra” cuenta una antigua
trabajadora.
Aquí
se estima que el faltante de personal – para atender a un promedio de 60
abuelos y abuelas de entre 67 y 96 años- es de 15 trabajadores solo en el área
de Enfermería. “No damos abasto, es dramática la situación” detalla una
enfermera. Es que aquí los pacientes tienen una dependencia casi absoluta.
Deben ser asistidos para bañarse, para cambiarse, para alimentarse e incluso
para moverse en muchos casos. La falta de personal suficiente tiene un impacto
directo en la atención. “Damos lo mejor de nosotros pero aún así no se puede,
son demasiados pacientes para tan poco personal” explican. A este cuadro se
suma la precarización laboral – contratos chatarra- que sufren muchos de los
empleados, y los bajos salarios que son moneda corriente en la Salud Pública
local.
Otro
aspecto que completa el triste panorama, es la falta de insumos básicos.
Denuncian trabajadores y pacientes, que frecuentemente faltan desde pañales hasta
guantes, pasando por medicamentos y elementos de limpieza. “El Geriátrico está
abandonado, y por ende los abuelos sufren” aseveran.
Varios
familiares de pacientes, advirtieron también sobre prácticas
privatizadoras, que se vienen dando hace
varios años bajo el eufemismo de “sistema de arancelamiento”. La situación es contrastable. La Unidad
Geriátrica tiene un sector especial para abuelos y abuelas que poseen obra
social, con las cuáles Salud Pública tiene un convenio. Este sector es
claramente más apto y equipado que el resto. “Es una privatización encubierta y
una discriminación absoluta dentro de la propia Salud Pública. A los abuelos
con obra social les tocan habitaciones mejores, camas mejores, baños mejores.
Los que no tienen obra social se quedan en un sector que hace años no recibe
mantenimiento, donde hay humedad, donde faltan muchas cosas. La diferencia se
nota y es una gran injusticia” expresó la hija de un paciente.
Carrillo: crónica de un vaciamiento
Ícono
de la Salud Mental en la región, el histórico Hospital Ramón Carrillo, se
presenta como otro de los puntos donde
los trabajadores advierten un proceso de vaciamiento que en los primeros meses
de este año alcanzó su punto más crítico. “Hace cuatro años venimos denunciando
el achicamiento del servicio y la precarización, pero ahora esto llegó a
niveles insospechados. Nos sacaron la mitad del terreno y no se permiten
internaciones, por la Nueva Ley de Salud Mental, pero al mismo tiempo no hay
medicamentos ni tampoco recursos en otros hospitales o centros de salud para
contener a los pacientes. El resultado es una enorme porción de la población
con problemas de salud mental completamente abandonada a su suerte” refleja una
de las trabajadoras.
Recorrer
el Carrillo es enfrentarse a una realidad dolorosa. Los pabellones donde
duermen los internos, se asemejan más a campos de concentración que a espacios
para la rehabilitación. Colchones viejísimos, ropa de cama insuficiente, y
estructuras edilicias ruinosas, hablan con elocuencia sobre la situación que
constatamos los trabajadores de ATE.
La
Nueva Ley de Salud Mental, número 26.6578, cuyo decreto reglamentatorio data de
2013, especifica en su artículo 8 que se deberá “fomentar la formación de
recursos humanos”. Sin embargo, en el Carrillo la falta de personal es uno de
los mayores problemas. “Hay dos
enfermeros a la mañana y dos a la noche. Hay persona próximo a jubilarse, con
problemas de salud, pero no fueron reponiendo el personal y hoy la deficiencia
es enorme. El Estado fue abandonando lentamente al Carrillo, lo que es similar
a abandonar a los enfermos mentales. Muchas áreas dejaron de funcionar”
denuncian en el sector.
La
carencia de medicamentos también forma
parte del paisaje desastroso en el que se encuentra sumido el Carrillo. Los
trabajadores advierten que son muchas las veces en que no hay ningún
medicamento para suministrar a los pacientes, que en todos los casos dependen
absolutamente de esa medicación. “Incluso hay medicamentos que directamente
dejaron de venir. Fueron cortando el suministro y hoy la situación es muy
crítica. Tampoco hay insumos, es de terror, los trabajadores hacemos lo que
podemos e incluso muchas veces ponemos de nuestro bolsillo” señalan.
“Los
pacientes pasan calor, frío, sufren por la inmensa cantidad de mosquitos, viven
un calvario todos los días porque no hay nada” denuncian.
Mientras
el estado edilicio general del Carrillo es realmente lamentable, en el mismo
predio, se acaba de terminar de construir un lujoso local con varios salones,
cámaras de seguridad y numerosos aires acondicionados. Pero este nuevo espacio
no será para los pacientes y trabajadores del Carrillo: se trata de la nueva
sede del Colegio de Médicos de la Provincia.
Prensa ATE Misiones
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